El aumento significativo del número de redes en la región confirmó que las estrategias de identidad han sustituido a las discusiones anteriores sobre el feminismo y han avanzado hacia grupos autónomos. En una de las primeras conferencias de América Latina y el Caribe se fundó la Red de Lesbianas Feministas. En la misma ciudad se lanzó la Red de Mujeres Negras. Las organizaciones se esfuerzan por construir la solidaridad dentro del movimiento feminista y abordar áreas específicas de marginación.
El primer Encuentro se celebró en Bogotá en 1981, con mas de 200 feministas que representaban a cincuenta ONG de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Curazao, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Perú, Puerto Rico y Venezuela. En esta conferencia, era importante que las mujeres discutieran cómo definen el feminismo.
La organización de mujeres de base del Putumayo realizó una encuesta ciudadana para elaborar la política de género del Putumayo y la presentó al ministerio. Fue una de las pocas políticas públicas elaboradas y aplicadas por una organización de mujeres y la primera de este tipo. Para lograr un enfoque inclusivo, se consultó a mujeres de todo el departamento, incluidas las agricultoras locales, las mujeres indígenas y afrocolombianas y las representantes de organizaciones de la sociedad civil. Tras la consulta, la organización realizó un ejercicio de dos años para adaptar la política nacional de igualdad de género de Colombia a las necesidades de las mujeres del ministerio.
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Movimientos para mujeres por mujeres
En Medellín, Estamos Listas, un movimiento político con orientación de género liderado por mujeres, consiguió presentarse a las elecciones municipales. La plataforma del movimiento se centra en la violencia, el feminicidio, la pobreza y otras dificultades a las que se enfrentan las mujeres y las niñas.
La participación de las mujeres en Colombia ha ido en declive desde el año 2000, cuando el país aprobó la ley de cuotas que exige que el 30% de los cargos públicos sean ocupados por mujeres. En las elecciones al Ayuntamiento de Medellín se eliminaron dos mujeres. Se añadieron dos nuevas, con lo que el número total de mujeres en el consejo de 21 miembros es de cinco. Sin embargo, los expertos afirman que una mayor representación femenina no es suficiente para ayudar a resolver los numerosos problemas a los que se enfrentan las mujeres y las niñas.
Las elecciones de octubre tuvieron un gran significado simbólico para muchos, ya que las mujeres recién elegidas surgieron como alternativa a los sectores más progresistas y liberales del movimiento social feminista. Junto con el éxito de la elección de Claudia López, esto significa que las mujeres en Colombia siguen siendo optimistas.
El movimiento de base que nació en Medellín en 2019 ha sido respaldado por Francia Márquez y Ángela Robledo. Dos feministas progresistas se presentarán a las elecciones presidenciales del próximo año. Una de sus principales prioridades es combatir la violencia contra las mujeres en Colombia. Como feministas en Colombia, Restrepo cree que este es un punto de inflexión. Con Estamos Listas, estamos dispuestas a hacer todo lo que esté en nuestra mano para construir una democracia feminista, redistribuir el poder y la riqueza, y lograr la justicia para las mujeres.

Presencia y apoyo feminista
Como partido político, las FARC han propuesto un nuevo movimiento feminista llamado Feminismo Insurgente, basado en antiguas combatientes y anticapitalista, anti patriarcal y anticolonialista. Parte de la lucha política, según el partido, es empoderar a las mujeres como sujetos políticos. Antiguos combatientes como los nariñenses han respondido a la llamada.
Tras dos años de apoyo y trabajo logístico en la capital, Narino fue trasladada a las selvas del este de Colombia, donde se le entregó una pistola y un fusil de autodefensa. En este campamento improvisado, redobló su convicción de que las mujeres pueden ser agentes de cambio. Al pasar a la vida civil, se enfrentó a una sociedad con estrictos roles de género y espacios públicos limitados en los que las mujeres podían participar.
De los 20 Jefes de Estado o de Gobierno, fue la única mujer elegida. Según Narino, sufrió persecuciones, asaltos a su despacho, intentos de asesinato y el gran prestigio de su labor sindical. Cuando solamente era una mujer, Narino recibió el papel de secretaria de otra mujer.
Aparte de las amenazas externas, ser la única mujer en la dirección del sindicato nacional en los años 90 resultó una tarea difícil. Los anteriores secretarios eran todos hombres. Se limitaban a organizar clases de cocina, primeros auxilios y cuestiones relacionadas con el papel reproductivo de las mujeres.
Nuestro sindicato hablaba de democracia, pero cuando hablábamos de democracia de género, chocaba a la gente. Cuando las mujeres intentaron introducir la democracia de género en el debate, los hombres abandonaron el sindicato. Las mujeres hicieron campaña por la democracia de género en el liderazgo. Cuando se les pusieron obstáculos, fueron tantos que algunas dejaron de hacerlo.
Una lucha que no ha parado
Según Marín, cuando se fundaron las FARC en 1960, únicamente había dos mujeres. Ambas realizaban las tareas tradicionales de las mujeres, como lavar la ropa y cocinar, pero las cosas han cambiado con los años. Muchas mujeres de las FARC proceden de comunidades campesinas convencionales, donde la jerarquía de la familia y la subordinación de la mujer al hogar están muy arraigadas. Para la mayoría de ellas, el movimiento significó la liberación de todo tipo de obligaciones tradicionales y el reconocimiento de sus capacidades más amplias como mujeres.

La mayoría de las mujeres entrevistadas señalaron el choque cultural que supuso unirse al movimiento. No solo por las difíciles condiciones en las que viven los guerrilleros, que se mueven por la selva y viven con miedo a los ataques. Sino también por el extremo contraste entre los roles de las mujeres dentro de sus comunidades en comparación con los de los campamentos rebeldes.
Las mujeres se encuentran entre las minorías con más miembros. Mientras que las minorías étnicas, raciales y religiosas constituyen un pequeño porcentaje de la población, las mujeres representan más del 50% en muchos países. Esto significa que la mitad femenina de la sociedad está formada por millones de personas que luchan por sus derechos y por la independencia de nuestros países. Aumentar el número de mujeres en la política significa fortalecer la democracia.
El porcentaje de mujeres en los partidos políticos de Colombia varía entre el 0% y el 44,4% (ONU Mujeres, PNUD, 2018, 5). Actualmente, las mujeres ocupan 21 escaños en el Senado, incluidas dos senadoras de los partidos de las FARC1 y el 18,7% en la Cámara de Representantes (UIP, 2019, 6). En las dos décadas entre 1998 y 2002, las mujeres representaban el 13,4% y el 11,8%, respectivamente.
La lucha sigue
Restrepo, de Estamos Listas, dice que es significativo que dos mujeres se postulen a la presidencia y que las feministas colombianas se unan a ella. El grupo espera construir la unidad política y estratégica necesaria para superar los obstáculos a la elección de las mujeres. Sophie Foggin es una periodista independiente con sede en Medellín, Colombia. Cubre los derechos humanos, la política y las cuestiones de género en América Latina.
Tras siglos de exclusión de la vida política y económica, el pueblo colombiano está luchando. Los trabajadores exigen mejores condiciones laborales, los movimientos de mujeres rechazan las estructuras patriarcales y la represión violenta. Los estudiantes luchan por su educación. Los grupos indígenas colombianos luchan contra la colonización de sus tierras y cuerpos. Los líderes sociales impulsan el acuerdo de paz, y los movimientos toman las calles de toda Colombia para mantenerse unidos.